(Aviso: Entrada personal) Lo que dan de sí tres años.

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Hoy no os hablo de maquillaje, ni nada por el estilo. Hoy os voy a hablar de mí.

Hoy hace tres años del que fue el primer día del resto de mi vida. Sé que eso se dice muchas veces, porque en nuestra vida hay circunstancias que marcan una diferencia, un antes y un después. Pero yo en este caso estoy plenamente segura de lo importante que el 12 de noviembre de 2007 fue para mi vida.

¿Qué pasó ese día?  Fue el día en que quedé con  Juan por primera vez. (Para la que no lo sepa, Juan = Betto). Desde ese día no nos hemos separado. Siempre bromeo diciendo que vamos, como los yogures griegos, en un pack de 2 indivisible. Puede parecer un poco insano, pero la verdad es que disfruto a su lado cada momento: el desayuno más normal, ver una serie, cenar juntos, pasear juntos. Incluso ir a la compra: ¡me encanta ir a la compra con él!

 (foto del 12 de Noviembre de 2009, hace justo un año)

No me da miedo ponerme ñoña: le amo. Le amo por quien es, pero sobre todo, por quien soy yo a su lado. A pesar de que nuestro comienzo fue muy duro -más que otros- aguantamos, contra viento y marea, y  no miento si digo que en un 80%, resistimos gracias a él, a su amor, a su fortaleza, y a las ganas que le ha puesto a esta relación desde el principio.  Y me alegro de que se cruzara en mi camino - o yo en el suyo - y de cada segundo de estos tres años, porque he madurado a su lado, he aprendido y he vivido cosas maravillosas.

En estos tres años he sido la musa de un artista, la amante de un  gran hombre, la compañera de alguien maravilloso, la confidente de un ser humano extraordinario, la amiga de alguien leal hasta el fin. He sido mejor persona, y sobre todo, más feliz.

Hemos compartido mucho, y lo que nos queda. Todavía recuerdo, por ejemplo, mi 20 cumpleaños, el primero que celebré con él, cuando se me presentó con 2 rosas blancas (una por decena) y un retrato mío. Recuerdo también su proyecto de fin de carrera: un libro de ilustraciones inspirado en nuestra historia de amor.  Y sobre todo, recuerdo aquel 12 de noviembre.

No voy a enrollarme, aunque me encanta contar cómo nos conocimos. Solo repetiré que ese fue uno de los días más felices e importantes de mi vida.

En estos tres años me he sentido mimada, escuchada, deseada, comprendida, cuidada, protegida, apoyada, y en definitiva AMADA. Me encantaría que todas las mujeres pudiesen sentirse así.

Y aquí estamos: 3 años juntos, y un montón de proyectos que queremos llevar a cabo codo con codo. Y el firme deseo de que no se apague la llama.

Os dejo con un pasaje de "La mujer Rota", de Simone de Beauvoir, que me parece una de las cosas más bonitas que he leído:



"He instalado en la biblioteca la bandeja del desayuno; he tomado un libro recibido la víspera y ya a medias hojeado. ¡Qué fastidio todas esas cantinelas sobre la incomunicación! Si uno quiere comunicarse, generalmente se logra. No con todo el mundo, ciertamente, pero sí con dos o tres personas. A veces oculto a André caprichos, nostalgias, inquietudes menores; sin duda él también tiene sus pequeños secretos, pero a grandes rasgos no ignoramos nada el uno del otro. He servido en las tazas té de China muy calient,e muy cargado. Lo hemos bebido revisando nuestro correo; el sol de julio entraba a raudales en el cuarto. ¿Cuántas veces nos habíamos sentado frente a frente ante esta mesita, delante de las tazas de té muy cargado, muy caliente? Y otra vez mañana, dentro de un año, dentro de diez años... Ese instante tenía la dulcura de un recuerdo y la alegría de una promesa. ¿Teníamos treinta años, o sesenta?"


Sólo os deseo que seáis, al menos, tan felices como yo.


¡Mil besos!